jueves, 4 de marzo de 2010

Capítulo.1

Me había vuelto a despertar sulfurada y empapada en sudor, el causante de todo ello tenía nombre y apellido… Damon Salvatore.

Llevaba unos días soñando con él, a veces eran pesadillas y otras veces aparecía en mis sueños para hacerme suya, para que acabase gritando su nombre, mientras él me besaba, me acariciaba, me susurraba al oído lo mucho que le gustaba y hasta me mordía en el cuello y bebía de mi sangre, pero aún así me gustaba.

Sabía que era un vampiro y que era peligroso pero no podía negar que me sentía atraída por él.

No se podía decir que Damon y yo fuésemos amigos, pero cuando me sentí mal por la ruptura con Alan, él me ayudó. No creía que fuese capaz de ser tan sensible…
Pero lo más extraño fue que en cuanto supo que Alan me había puesto la mano encima, le amenazó y fue entonces cuando Alan se marchó del pueblo y no volví a saber de él. Supongo que Damon usó su poder de persuasión para hacer que Alan me olvidase y abandonase así Mystic Falls.

Yo sabía que a pesar de todo, Damon tenía un lado humando, un lado bueno, que me había demostrado muy pocas veces, pero que ahí estaba.

A veces le tenía miedo, alguna que otra vez me había amenazado, decía que estar cerca de su hermano pequeño Stefan no era bueno, que él tan sólo quería hastiar a Damon y me amenazaba cuando hacía algo malo para que yo no se lo contase a Stefan. Pero yo sabía que en el fondo él nunca quería hacerme daño tan sólo quería protegerse.

Mi hermana melliza, Elena, siempre me decía de que me mantuviese alejada de él, que tarde o temprano me iba a hacer daño o quizás algo peor…
Siempre me decía que ella conocía bastante bien a Damon y que no era de fiar, pero ¿ella qué sabía de él?

Stefan, como hermano de Damon también me quería lejos de él, pero no, yo no quería. Estaba ya harta de que me tuviesen que vigilar y ordenarme cosas a las que estaba dispuesta a no obedecer. Ya me estaba cansando de todo aquello…

Reconozco que a veces no podía soportar a Damon, se pasaba de arrogante y de chulo, pero eso me hacía que me atrajese más.
Vale… A veces tenía ganas de pegarle un buen tortazo y que se comportase bien, pero ¿qué iba a hacer? Él era así y a mí me gustaba…

Maldito despertador, ¿porqué tenía que sonar ahora? Con lo bien que estaba yo echada en mi cama pensando…

Me fui a levantar de la cama, tenía aún sueño, cuando entró Elena para avisarme de que era la hora.

- Roxy, levántate. –me dijo sin tan siquiera mirarme.
- Estoy levantada. –le contesté. – Llevo ya un buen rato así.
- ¿Has dormido mal? –se sentó en mi cama y yo hice lo mismo.
- Sí…
- ¿Pesadillas? ¿O qué era? –me miró.
- Nada… No me acuerdo de nada de lo que he soñado… -mentí. –Lo único que sé con claridad es que no he dormido bien.
- Sabes que si te pasa algo puedes contármelo, ¿no? –me miró Elena. Yo tan sólo la abracé. – Venga vístete, que dentro de nada vendrá a recogernos Stefan. –y se marchó de mi habitación.


**


Ya habían empezado las clases y no hacía más que dormirme en todas ellas. Ya había perdido la cuenta de los avisos que había recibido por parte de cada profesor. Pero era inevitable dormirme, no había dormido a penas y así llevaba ya un buen tiempo…
Yo sólo deseaba que sonase el timbre para poder salir al recreo y despejarme, lo necesitaba… y mucho.

Estos eran los momentos en los que me apetecía parar el tiempo, el Profesor Saltzrick no paraba de explicar. Todo eso ya me lo sabía… La Primera Guerra Mundial… ¡Qué rollo! Preferiría oírlo de alguien que de verdad la vivió… Debería preguntar a Stefan o quizás a… Damon. Ellos sabrán más acerca del tema que el profesor…
Bueno… Si me decidía podía intentar probar de acercarme a Damon para que me explicase su experiencia, sería una buena forma de estar con él y encima aprender algo de historia.
¡Decidido tenía que hacerlo! Al terminar las clases iría a verle e intentaría preguntarle a ver que me podía contar.

¡Por fin sonó el timbre! Salí corriendo de clase y me dirigí a las afueras del instituto y me senté en un banco, ahí comencé a merendarme mi bocadillo. En ese momento me senté sola no tenía ganas de estar con Stefan y Elena, y no es porque estuviese enfadada sino porque me notarían rara y no pararían de interrogarme hasta sacarme lo que querían saber, y no estaba yo para interrogatorios de una hermana paranoico y de un vampiro sobreprotector.

Estaba de nuevo sumergida en mis pensamientos, estaba demasiado concentrada en ellos, que ni me di cuenta que alguien se había acercado a mí y se había sentado a mi lado.

- ¡Buu, enana! –reconocí esa voz y salí de mis pensamientos.
- ¿Damon? ¿Qué haces aquí? –le miré a los ojos, aunque no aguanté mucho su mirada. - ¡No me llames enana, no eres mucho mayor que yo! –reaccioné cuando analicé cada una de sus palabras.
- Sólo tengo ciento sesenta y pico años más que tú… -rió.
- Vale… ¡Has ganado! –me reí y luego le miré. – No has contestado aún a mi pregunta.
- ¡Ah sí! ¿Qué hago aquí? Pues me aburría en casa, no quería estar todo el rato solo, ya que Stefan le ha dado por ir al instituto. No sé qué tiene de interesante… ¡Wau, el instituto! –soltó irónicamente.
- Pues puedes aprender mucho… -dije sin mirarle.
- Yo ya sé muchas cosas y no me las ha enseñado ningún profesor chiflado de esos que se cree que sabe mucho y al fin y al cabo no sabe nada. La experiencia también enseña mucho, ¿sabes?
- Hablando de eso… Me gustaría que me explicases algo… -le miré como intentando pedir permiso para seguir.
- Adelante… Suéltalo, que no muerdo… Bueno sí muerdo, pero, no… Bueno tú me entiendes. –se hizo un lío.
- Quiero saber cómo viviste la Primera Guerra Mundial… -me miró y comenzó a hacer memoria
- Me dieron la oportunidad de luchar en el frente… Pero no acepté, tenía cosas mejores que hacer… En cambio, Stefan si aceptó y le fue de maravilla. Yo me pasé toda la guerra huyendo de un pueblo a otro y viviendo nuevas aventuras… Conocí a una chica, que estaba… -le callé de repente.
- Es suficiente, Damon. Gracias. –me giré.
- Tú sabes muy pocas cosas de mí… Algún día tengo que contarte más cosas… O mejor, tendrás que averiguarlas por ti misma…
- Eso no lo dudes… Quiero saber más de ti… -le volví a mirar fijamente a los ojos, él hizo lo mismo.


Fue entonces cuando sonó el timbre que indicaba que tenía que volver a clase y seguir con el rollo de siempre… Se notaba que hoy no tenía ganas de estar en clase… Y parece ser que Damon también lo notó.


- ¿Por qué no te vienes conmigo? –me soltó de repente.
- ¿A dónde? No puedo… Tengo clase. -¿por qué le evitaba si yo quería irme de ahí ahora mismo?
- Pues podríamos ir a dar una vuelta y luego a mi casa… -me miró suplicando.
- No estarás haciendo eso de persuadirme, ¿no? –le miré algo enfadada.
- ¡Tontita! ¿Cómo lo voy a hacer si llevas la pulsera de verbena que te dio Stefan para protegerte de mí? –me toqué la muñeca y era cierto, llevaba la pulsera.
- Lo había olvidado… -me sonrojé.
- ¡Venga vente! Que sé que no tienes ganas de estar aquí… -hizo una pausa. –Ojalá pudiera leerte el pensamiento y saber qué está rondando ahora mismo por tu cabecita.


“¿Leerme el pensamiento? ¡Oh no! Menos mal que no podía porque sino si que acabaría muerta de la vergüenza…


- Vámonos… -me levanté después de pensármelo un rato.
- ¡Bien! ¡Por un día vas a ser una chica mala! ¡Me gusta! –me agarró la mano y me llevó a su coche, rápidamente arrancó y perdí de vista el instituto.


**


Ya había tocado el timbre que indicaba que todo el mundo podía irse a casa. Elena salió de clase y se despidió de su mejor amiga Bonnie y esperó a que salieran Stefan y su hermana, Roxy.

Alguien se acercó por detrás la abrazó y le dio un beso en el cuello.

- ¡Stefan! ¡Qué susto! –se giró sobresaltada Elena.
- Lo siento no era mi intención asustarte. –le dio un dulce beso.
- ¿Has visto a Roxy? Llevo un rato buscándola. Me dijo que la esperase aquí al salir de clase.
- No… No la he visto en todo el día.
- Voy a llamarla. –cogió su móvil y marcó el número de su hermana. –Venga, cógelo, Roxyy.
- ¿Qué pasa? –preguntó Stefan.
- No lo coge.
- Tranquila no te preocupes, a lo mejor se encontraba mal y se ha ido antes a casa.
- Sí, puede ser… Qué paranoica soy…
- ¡Venga vamos a casa, Señora Paranoica! –le dio un beso y marcharon a casa de Elena.


Mientras en otro lado...


En el siguiente capítulo...
- ¿Dónde está Roxy, Damon? ¡Dímelo ya! -gritó histérico Stefan mientras daba vueltas por la habitación. - ¡No te preocupes, hermanito! ¡Está conmigo! ¡No le pasará nada! -rió y colgó. ¡Damon, Damon! -gritó Stefan.

2 comentarios:

  1. Me acabo de leer el primer capítulo y me encanta! ^^
    a ver si me leo el segundo...
    bss

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